CAPÍTULO 12: EL COMIENZO DE UN VÍNCULO ESPECIAL

Tras la visión de Raziel, Haline notó una vulnerabilidad en él que antes le había pasado desapercibida. Siempre lo había visto como un guerrero fuerte, pero ahora percibía su fragilidad. La revelación lo había marcado profundamente, llenándolo de dudas, no solo sobre el destino, sino sobre sí mismo.

Para Raziel, esa vulnerabilidad era desconcertante. Había experimentado sensaciones físicas desde su caída, pero lo que realmente lo inquietaba era la incertidumbre. Como ángel, su propósito era claro, ligado a la voluntad del Creador, pero ahora esa conexión se sentía rota. Su divinidad se desvanecía, dando paso a emociones humanas que no comprendía. Por primera vez, sentía algo desconocido: la duda.

Esa noche, mientras ambos se encontraban en la terraza observando el cielo estrellado, Haline decidió romper el silencio.

— Sé que llevas una carga inmensa —dijo, con una suavidad que no solía usar con él—. Puedo verlo en tus ojos. No tienes que enfrentarlo solo.

Raziel se quedó mirando la distancia, como si las estrellas le devolvieran respuestas que aún no lograba comprender. Había un brillo lejano en esas estrellas que solían darle consuelo, pero ahora solo le recordaban lo que había perdido. La sinceridad en las palabras de Haline le tocó el alma de una manera inesperada.

— No estoy acostumbrado a esto — murmuró Raziel, bajando la mirada por primera vez en su presencia—. Mi vida ha sido siempre una misión. Ahora me siento… perdido. Como si todo lo que alguna vez creí fuera una mentira.

Sentir dolor por su pérdida de divinidad era nuevo para él. Nunca había pensado que podría anhelar lo que había sido, hasta ahora. Su existencia como Ángel había sido clara, sin ambigüedades, mientras que la humanidad estaba plagada de caos, incertidumbre y una confusión constante que lo sofocaba. En su tiempo como guerrero celestial, la duda era un lujo que no podía permitirse, pero ahora, en la Tierra, enfrentaba algo mucho más difícil que cualquier batalla: las emociones. Y lo que más lo aterraba no era la confusión, sino lo que había comenzado a surgir en su interior al estar cerca de Haline.

Haline dio un paso más cerca, su mano rozando el brazo de Raziel de manera casi imperceptible.

— Eso es lo que te hace diferente a todos nosotros —contestó ella—. Eres capaz de sentir ese dolor, de cuestionarte. No eres perfecto, Raziel, pero eso no te hace débil. Eso te hace más fuerte.

Por primera vez desde su caída, Raziel sintió una calidez ajena a su divinidad, algo profundamente humano. El breve toque de Haline encendió una chispa en su interior, despertando un conflicto inesperado. ¿Cómo podía un ser de luz encontrar consuelo en una humana? Mientras luchaba con su pérdida, también enfrentaba un renacer incomprensible.

Con el tiempo, Raziel y Haline pasaron más tiempo juntos. Lo que comenzó como una alianza estratégica evolucionó sutilmente. Haline notó cómo Raziel se preocupaba por sus pensamientos, cómo la observaba en silencio, tratando de entender algo nuevo para él. Lo que al principio era admiración por un ser celestial se transformó en algo más profundo. Raziel, con sus propios demonios internos, se volvía más humano ante sus ojos.

Sin embargo, la cercanía traía temores. Haline se preguntaba qué sentía realmente por él y si su conexión estaba destinada a la tragedia. Él no era humano, su historia era demasiado compleja para un amor terrenal. 

La tarde previa a la Noche de Walpurgis, mientras paseaban por el parque, Haline notó un cambio en Raziel. Su seriedad habitual parecía suavizarse con ella. A pesar de su carga, se permitía momentos de calma, mientras su batalla interna entre su antigua naturaleza angelical y las emociones humanas continuaba librándose.

— ¿Alguna vez has sentido algo por alguien? —preguntó Haline de repente, con una franqueza que sorprendió incluso a ella misma.

Raziel se detuvo, su expresión mostrando una mezcla de confusión y curiosidad.

— ¿Sentir algo? — repitió, como si estuviera tratando de comprender el concepto—. Los Ángeles no… no sentimos como lo hacen los mortales.

Esa confesión era solo una parte de la verdad. Como Ángel, había sido testigo de la belleza de las almas, pero siempre desde una distancia. Ahora, esa distancia se había desvanecido. Haline lo hacía sentir algo que lo aterrorizaba y lo atraía al mismo tiempo.

— Pero no siempre has sido un Ángel caído —insistió Haline, acercándose un paso—. Has visto la belleza en las almas humanas. Has experimentado más de lo que la mayoría de los Ángeles han vivido.

Raziel la miró fijamente, sus ojos mostrando una emoción que nunca antes había permitido surgir. Por un momento, se sintió expuesto, pero no en el sentido de debilidad. Era más bien una especie de despertar, una revelación de que algo en él había cambiado desde que había conocido a Haline. Él, que había sido una figura celestial, ahora se encontraba atrapado entre dos mundos, sin pertenecer por completo a ninguno de ellos.

— Contigo…siento algo diferente —admitió en voz baja—. No lo entiendo del todo, pero…contigo siento una calma que nunca había experimentado. Como si, por un momento, todo lo que ha sucedido no importara tanto.

Esa calma era un refugio, pero también era un desafío. ¿Podía permitirle Raziel a su corazón sentir algo más que el deber, el dolor o la culpa? Estaba descubriendo la esencia de lo que significaba ser humano, y el amor, ese sentimiento prohibido, ahora se perfilaba como una posibilidad.

Haline no respondió de inmediato. En lugar de eso, dejó que sus acciones hablaran por ella. Dio un paso más cerca y, sin dudarlo, tomó la mano de Raziel en la suya. El gesto fue simple, pero poderoso. Ambos permanecieron en silencio, compartiendo un momento de conexión profunda, mientras las sombras de la próxima batalla aún se cernían sobre ellos.

A medida que se acercaba la Noche de Walpurgis, la tensión en el aire crecía, pero también lo hacía el vínculo entre Haline y Raziel. Las largas conversaciones en las que ambos compartían sus miedos y esperanzas se convirtieron en un refugio para ambos. Haline, que al principio había visto en Raziel a un guerrero imponente, ahora lo veía como alguien con quien compartir algo más que una misión. Por su parte, Raziel comenzó a comprender que su apego a Haline iba más allá de una simple alianza. Era un sentimiento que había surgido de las profundidades de su ser, algo que nunca había experimentado como Ángel, pero que ahora no podía ignorar.

Esa misma noche, mientras ambos caminaban bajo la luz de la luna, Haline se detuvo y lo miró directamente a los ojos.

— No sé qué nos espera después de la Noche de Walpurgis —dijo con sinceridad—, pero hay algo que sí sé. Estoy contigo, Raziel, pase lo que pase.

Raziel no necesitó responder con palabras. Simplemente tomó el rostro de Haline entre sus manos, y en ese momento, supo que había algo en su vida más allá del deber y la culpa. Algo que lo anclaba a la Tierra de una manera que nunca había imaginado posible.

Ambos sabían que el peligro se cernía sobre ellos, pero en ese instante compartido, encontraron un refugio en el uno y el otro. Algo que les daría la fuerza para enfrentar lo que estaba por venir.

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