CAPÍTULO 6: NUEVA VIDA

El lunes temprano, como era de costumbre, Karlen, Haline y el nuevo integrante de la familia, Raziel, partieron hacia la Universidad para una nueva semana.

Karlen comenzaba temprano con sus clases de Filosofía, por lo que Raziel se quedaría en su oficina, aprendiendo sobre la investigación y los Ángeles.

— Bien, llegamos. Hijo, si alguien te pregunta, eres mi asistente de investigación — le dijo Karlen.

Haline se fue a su clase y quedó de pasar a buscar a Raziel a las 10 de la mañana, cuando tuviera recreo, para llevarlo a conocer la facultad.

Raziel se quedó solo, aprovechando para leer y aprender. Estaba impresionado por la cantidad de material que Karlen había recopilado a lo largo de los años de su investigación. Cada página que leía lo sumergía más en los detalles de los Ángeles en la Tierra, y aunque algunas cosas le resultaban familiares, otras le hacían cuestionarse sobre la naturaleza de su propia caída.

Tan inmerso estaba, que no se dio cuenta de que ya eran las 10 de la mañana hasta que escuchó un suave toque en la puerta. Era Haline, quien venía a buscarlo.

— Toma, te traje un café. Vamos, te mostraré la Universidad.

Raziel bebió un poco del café, pero se quemó la lengua, lo que provocó una sonrisa divertida en Haline.

— Lo siento, debí advertirte que estaba caliente — se disculpó ella, riendo suavemente.

Caminaron por los distintos pasillos y patios. Raziel estaba asombrado de ver a tantos jóvenes: algunos sentados en el pasto conversando, otros solitarios leyendo libros o estudiando, y otros jugando. Por primera vez, sintió una curiosa mezcla de envidia y deseo de ser uno de ellos. Era una sensación extraña, esta ansia por la vida humana, por pertenecer.

De repente, se detuvo. Sintió una incomodidad nueva, necesitaba ir al baño, pero no sabía cómo expresarlo. Sin embargo, Haline, como si leyera su mente, lo notó preocupado.

— Allá está el baño. Acuérdate de lo que te dije. Yo te esperaré aquí — dijo Haline, sentándose en una banca cercana.

Raziel asintió y se dirigió hacia el baño. Mientras tanto, Haline seguía tomando su café cuando alguien se acercó por detrás.

— Tiempo sin verte, preciosa. ¿Cómo has estado? — dijo una voz masculina, irónica y conocida.

Era Valack, su exnovio.

— ¿Qué haces aquí? No tengo nada que hablar contigo — respondió Haline, sin voltear.

— Oye, tranquila, ¿así me recibes después de tanto tiempo? ¿Y qué hago aquí? Esta es mi facultad, preciosa. ¿Tú qué haces aquí? — preguntó con tono soberbio.

— Solo doy un paseo con un amigo. Lo estoy esperando — respondió Haline, incómoda y deseando que Raziel regresara pronto.

Valack, siempre posesivo, sintió una chispa de celos al escuchar eso.

— ¿Y quién es ese amigo tuyo, lo conozco? — preguntó Valack, con la típica arrogancia que ella recordaba tan bien.

— No, no lo conoces ni te importa. ¿Por qué no te vas? No quiero tener nada que ver contigo.

— No seas tan seria, preciosa — respondió Valack, ignorando su incomodidad.

— Deja de llamarme así. Tienes novia, a ella deberías llamarla de esa forma, no a mí. Mejor vete — insistió Haline, cada vez más molesta.

— Preciosa, mi cariño alcanza para ustedes dos. Vamos a dar un paseo juntos… — dijo mientras la tomaba de la mano con fuerza.

Justo en ese momento, Raziel salió del baño. A lo lejos, vio a Valack sujetando a Haline mientras ella intentaba zafarse. Una oleada de ira lo recorrió, una sensación intensa y desconocida para él. Algo en Valack le provocaba un rechazo visceral, así que se acercó rápidamente.

— Suéltala ahora — dijo Raziel con firmeza, sus ojos fijos en Valack.

— ¿Y tú quién eres? — respondió Valack, con su tono habitual de burla.

—No lo volveré a repetir. Suéltala — repitió Raziel, visiblemente molesto.

— ¿Y si no lo hago, qué? ¿Qué vas a hacer? — lo desafió Valack, sin soltar a Haline.

— Te voy a… — empezó a decir Raziel, pero fue interrumpido por Haline.

— Valack, suéltame, estúpido, o prometo que te arrepentirás. Y no estoy jugando, te lo advierto — dijo Haline mientras le daba un golpe en el estómago que lo hizo soltarla de inmediato.

Valack retrocedió, sorprendido por la actitud de Haline. Siempre la había visto como una mujer sumisa, pero ahora la veía completamente distinta. Haline, que había sido leal y cariñosa durante su relación, se había transformado en alguien fuerte y decidida.

— Y la próxima vez que me toques, te golpearé donde más te duele. Te lo prometo, zopenco — le advirtió Haline.

En ese momento, apareció Kristy, la actual novia de Valack y exmejor amiga de Haline.

— ¿Qué pasa, Valack? — preguntó Kristy, al notar la tensión.

— Nada, solo vine a saludar. Pero ya sabes cómo es tu amiga, todo lo exagera — respondió Valack con una sonrisa cínica.

— Dile a tu estúpido novio que si vuelve a tocarme, se va a arrepentir, ¿entendido, Kristy? — le advirtió Haline.

— Mi novio no te tocaría, es muy respetuoso — respondió Kristy, defendiendo a Valack.

— Ya te lo advertí. No hay una segunda vez — dijo Haline mientras tomaba a Raziel de la mano —. Vámonos.

Valack dio un paso hacia adelante, intentando mostrarse amenazante.

— ¿Raziel? ¿Qué clase de nombre es ese? ¿Saliste de un circo o qué? — se burló.

Raziel, aunque controlaba su ira, dio un paso al frente, colocándose casi delante de Valack. Haline, para evitar una pelea, se interpuso entre ambos.

— Ya te lo advertí. La próxima vez, ya sabes. Vamos, Raziel — dijo Haline, tomando la iniciativa mientras tiraba de Raziel para alejarlo.

— No he terminado contigo, amigo. Nos volveremos a ver — gritó Valack a lo lejos.

— Cuando quieras, aquí estaré — respondió Raziel con voz calmada, mientras Haline lo arrastraba lejos.

Haline estaba molesta. Sabía que era un error acercarse a la Facultad de Deportes, sabiendo que Valack podría estar allí.

— Siento que hayas tenido que ver eso, Raziel. Fui una tonta al venir aquí sabiendo que podía encontrarme con él — dijo, visiblemente enojada consigo misma.

— ¿Ese era el “zopenco” entonces? — preguntó Raziel, recordando la descripción que Karlen había dado del exnovio de Haline.

— El mismo. Es un completo idiota, narcisista y engreído. Todavía no entiendo cómo pude estar con él — dijo Haline con un aire de decepción.

— No me gustó para nada. Desde que lo vi, sentí algo… extraño, como si hubiese algo más en él que no puedo identificar — dijo Raziel, pensativo.

— Es solo un imbécil. No te preocupes. Ya le dejé claro que no debe volver a acercarse a mí.

Raziel no dejaba de pensar en Valack. Algo en él lo inquietaba. Quizás no era solo un exnovio problemático; sentía que podría haber algo más oscuro. Desde ese momento, supo que debía proteger a Haline.

— Prometo que si vuelve a tocarte, lo voy a… — comenzó a decir Raziel, pero fue interrumpido por Haline.

— No te preocupes. Ya lo dejé en su lugar, y si lo hace de nuevo, le haré daño donde más le duela — dijo Haline, sonriendo con algo de ironía.

Volvieron a la Facultad de Teología, donde los esperaba Karlen, y le contaron lo sucedido.

— Bueno, hija, tú sabes que nunca me gustó ese tontito para ti. Qué bueno que te alejaste de él — dijo Karlen, con una sonrisa de alivio.

— Ay, papá… fui tan tonta. Debí escucharte antes — respondió Haline, decepcionada.

— Ya está, tranquila. Ya no es parte de tu vida. Ahora debes enfocarte en lo importante. Y además, tienes a este “hombrón” a tu lado para protegerte — dijo Karlen, señalando a Raziel.

— ¡Papá! — dijo Haline, avergonzada.

Raziel solo sonrió.

Aunque no veía a Haline como una persona vulnerable, la idea de protegerla de cualquier peligro resonaba profundamente en él. Había algo en la forma en que ella lo miraba, algo que le hacía sentir una conexión diferente, una sensación de propósito que nunca había experimentado en su existencia como Ángel. Sentía que, más allá de su caída y la pérdida de sus alas, estaba desarrollando una nueva misión, una que lo vinculaba a este nuevo mundo de emociones humanas.

— Mejor me voy, tengo clases. Nos vemos más tarde — dijo Haline, mientras recogía sus cosas y se despedía con un gesto amistoso.

— Vuelve para almorzar, amor — le respondió Karlen con cariño.

Raziel observó cómo Haline se alejaba y luego se volvió hacia Karlen, que lo miraba con una mezcla de curiosidad y satisfacción. Volvieron a la oficina, donde Karlen retomó su papel de mentor. Raziel, que ahora había asumido su nuevo rol como asistente de investigación, seguía lleno de curiosidad sobre lo que descubriría acerca de los Ángeles en la Tierra.

— Karlen, no me gustó para nada ese tal Valack. Hay algo en él que me inquieta — dijo Raziel, mientras caminaban hacia la oficina.

— Valack es solo un fanfarrón, tranquilo. No le hará nada a Haline. Ya viste que ella puede defenderse sola — respondió Karlen, intentando aliviar la preocupación de Raziel —. Pero tienes razón, debemos estar atentos. Hay algo en el aire que no me termina de cuadrar —añadió, pensativo.

Una vez en la oficina, Raziel comenzó a contarle a Karlen lo que había alcanzado a leer en la mañana. Estaba asombrado por la cantidad de información que Karlen había reunido sobre los Ángeles y el equilibrio entre las fuerzas celestiales y terrenales.

— ¿Karlen, puedo tomar más café? Nunca lo había probado antes, y aunque me quemé la lengua, me encantó — dijo Raziel, con una sonrisa tímida.

— Por supuesto, hijo, llegaste al lugar indicado. Con Haline somos amantes del café. Sirve lo que quieras — dijo Karlen, señalando la cafetera.

Mientras Raziel servía su café, Karlen lo miraba, pensativo. No podía dejar de preguntarse por qué Raziel había sido enviado a la Tierra. ¿Acaso era solo un castigo, o había algo más grande detrás de su caída? ¿Era posible que estuviera destinado a jugar un papel en algo que aún no podían comprender?

— Raziel, estoy muy agradecido de que hayas llegado a nuestras vidas. Llevo gran parte de mi vida investigando a los Ángeles, y es un privilegio único poder estar aquí contigo. Sé que nada es casualidad, y estoy convencido de que tu presencia aquí tiene un propósito mayor. Yo te ayudaré, y tú me ayudarás con mi investigación. No tengo dudas de que juntos podemos descubrir mucho más de lo que imaginas — dijo Karlen, con una sonrisa cálida.

— ¿Aunque ya no sea un Ángel? — preguntó Raziel, con un tono de tristeza.

— Siempre serás un Ángel, hijo. Nunca lo olvides. Tu esencia no cambia por lo que te ocurrió. Aquí en la Tierra, todavía hay mucho que aprender, y sé que tienes mucho que enseñarnos — respondió Karlen—. Tú me enseñarás sobre los Ángeles en el cielo, y yo te enseñaré sobre los Ángeles en la Tierra. ¿Te parece bien?

Raziel asintió, sintiendo por primera vez en mucho tiempo una sensación de pertenencia. Aunque había perdido su lugar en el cielo, algo le decía que no todo estaba perdido. Quizás, con la ayuda de Karlen y Haline, encontraría una nueva misión, un nuevo propósito.

— Entonces, comencemos — dijo Raziel, decidido.

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