CAPÍTULO 4: LA CAÍDA

Raziel suspiró profundamente, aún sentado en el suelo, con la mirada perdida en algún punto invisible de la habitación. Su mente estaba inundada de imágenes fugaces: el cielo, brillante e infinito, la presencia constante de una luz cálida que siempre lo había rodeado, la sensación de pertenencia y propósito. Todo eso ahora parecía tan lejano, como si perteneciera a otra vida. Por un momento, pensó en rehusarse a hablar. ¿Cómo podría explicar algo que él mismo aún no comprendía del todo?

Sin embargo, sabía que Karlen y Haline eran los únicos en quienes podría confiar en ese momento, y tal vez contar su historia lo ayudaría a organizar sus propios pensamientos, a entender qué había pasado y por qué.

Karlen, siempre paciente, lo miraba con una mezcla de curiosidad y compasión, mientras Haline permanecía a su lado, en silencio, pero expectante. Sentía el apoyo incondicional de ambos, algo que nunca había experimentado en su existencia como Ángel. Tal vez, ahora que era un mortal, esas emociones y vínculos humanos eran algo que debía aprender.

—Fue rápido. Más rápido de lo que podría explicar con palabras —comenzó Raziel, su voz baja y tensa—. Un instante estaba allí, entre las alturas, cumpliendo mi deber, y al siguiente… estaba cayendo. El cielo se abrió bajo mí, pero no fue una caída física, sino algo mucho más profundo.

— ¿Qué ocurrió exactamente? — preguntó Karlen con suavidad, tratando de guiar la narrativa sin presionar.

Raziel apretó los puños, las imágenes volviendo a su mente con más claridad. Recordó la intensidad del momento en que todo comenzó a desmoronarse, como si el suelo mismo del cielo hubiese desaparecido.

— Yo fui el Guardián de los Secretos. Tenía acceso a verdades que ni siquiera los otros Ángeles comprendían plenamente, y mi tarea era preservar ese conocimiento. No podía compartirlo con nadie.

Hizo una pausa, y Karlen lo observó con interés creciente. Sabía que lo que estaba escuchando era algo extraordinario, algo que ningún ser humano había oído antes.

— Pero algo ocurrió… una traición — continuó Raziel, su voz temblando ligeramente —. Un ser en la oscuridad me habló desde las sombras. Al principio, era solo una sensación. Como una voz que no podía ver, pero que estaba ahí, presente. Me tentó, me ofreció revelarme un secreto muy bien guardado. En ese momento, pensé que si obtenía más conocimiento, podría proteger mejor a la creación y evitar posible caos. Estaba en una encrucijada.

El rostro de Raziel se oscureció al recordar el pacto. Sintió en su mente el eco de esa voz, grave y seductora, que lo había llevado a tomar una decisión que jamás debió haber tomado.

— Acepté la oferta, creyendo que hacía lo correcto. Pero cuando el Creador supo lo que había hecho, no hubo piedad. Mis alas fueron arrancadas… una por una. No fue sólo mi caída, fue mi destierro. Ya no era un Ángel, sino algo menos, algo que ya no pertenecía a ningún lugar.

Un silencio pesado cayó en la habitación, y la mirada de Haline se suavizó. Karlen mantenía sus manos entrelazadas, su expresión grave, tratando de procesar lo que escuchaba.

— ¿Y el ser que te tentó? — preguntó Karlen, con los ojos fijos en Raziel, buscando más detalles.

Raziel negó con la cabeza lentamente.

— No lo sé. Nunca vi su rostro, solo lo sentí. Era como una sombra, una presencia que me rodeaba. Ahora entiendo que no era uno de los nuestros, pero no me atrevo a decir qué o quién era exactamente. Lo único que sé es que estaba esperando el momento para actuar, como si hubiera sabido todo el tiempo que yo cedería.

Haline, que había permanecido en silencio, finalmente se atrevió a preguntar:

— ¿Y ahora qué, Raziel? Si ya no eres un Ángel… ¿Qué eres?

Raziel se encogió de hombros, una sombra de tristeza pasando por su rostro.

— Eso es lo que debo descubrir. Ahora soy mortal, al igual que ustedes. Pero hay algo más… algo que siento dentro de mí. Como si no todo estuviera perdido.

— Nada está perdido — dijo Karlen con firmeza —. Estás aquí por una razón, Raziel. No creo en las coincidencias, y tú tampoco deberías.

— Tal vez tienes razón — admitió Raziel —. Pero tengo que encontrar respuestas, y mi primer paso es entender qué se espera de mí en este nuevo estado.

Karlen asintió lentamente.

— Te ayudaré en todo lo que pueda. Pero antes de seguir adelante, debes tratar de recordar el secreto que te fue revelado y poder entender lo que busca ese ser que te tentó. Si esto no es solo tu historia, sino parte de algo más grande, es posible que no seas el único en riesgo.

Raziel levantó la vista hacia Karlen, con un destello de esperanza en sus ojos.

— Gracias… No sé cómo lo haré, pero con tu ayuda, tal vez encuentre un camino.

Haline, observando la escena, sentía una mezcla de inquietud y determinación. Sabía que este momento marcaba el comienzo de algo importante, algo que no solo cambiaría la vida de Raziel, sino también la de su padre y la suya propia.

— Vamos a enfrentarlo juntos. Te ayudaremos a recordar y a entender cuál es tu real propósito — dijo Haline en voz baja, pero con convicción.

Y así, en aquella casa modesta, en medio de una lluvia que seguía cayendo afuera, se selló una alianza inesperada entre el antiguo Ángel y los mortales que lo habían encontrado y que ahora lo ayudarían.

Raziel se encontraba en la encrucijada más grande de su existencia. Tras haber sido despojado de sus alas y caer al mundo terrenal, estaba experimentando un sinfín de emociones y sensaciones que jamás había conocido. Ya no era el Ángel que solía ser, sino un ser vulnerable, lleno de incertidumbres. Sin embargo, la presencia de Karlen y Haline le ofrecía una extraña pero reconfortante sensación de pertenencia, algo que nunca había necesitado ni experimentado como Ángel.

Karlen lo guió hasta una silla en su oficina, y Raziel, aún confundido, se sentó mientras Haline lo observaba atentamente desde la distancia. La cálida atmósfera de la casa contrastaba con la tormenta que se desencadenaba en el corazón del Ángel caído. Karlen, con su vasta sabiduría y conocimiento, decidió hablarle sobre lo que había descubierto en sus investigaciones acerca de los Ángeles y algunos que también cayeron.

— Raziel, — comenzó Karlen con tono suave —, no eres el primer Ángel que ha sido arrojado a este mundo. Algunos fueron expulsados del cielo, otros fueron enviados a la oscuridad. Pero tu caso… parece diferente.

— ¿Diferente cómo? ¿Hubo otros Ángeles caídos? — preguntó Raziel, sorprendido, con un leve temblor en la voz.

— Hay Ángeles que han caído por desafiar al Creador, pero tú… no pareces haber cometido una rebelión — dijo Karlen, observando atentamente a Raziel, como si buscara una pista en sus ojos.

Raziel bajó la mirada, con una mezcla de vergüenza y tristeza.

— No desafié al Creador… pero fui tentado a ser testigo de algo que no debía ver y que no puedo recordar por más que lo intente. Y por ello, fui castigado.

Karlen y Haline intercambiaron miradas, intrigados por lo que Raziel estaba a punto de revelar.

— Estaba cumpliendo con mis deberes como Guardián de los Secretos cuando presencié algo que era demasiado grande para cualquier ser, incluso un Ángel. Sólo sé que era un plan oculto, el cual no puedo recordar por más que lo intento, pero me fue revelado. De un momento a otro perdí el conocimiento, y cuando lo recuperé, ya estaba siendo juzgado. Es como si hubiesen borrado un fragmento de mi memoria. Por haber visto lo que no debía, me despojaron de mi esencia y fui arrojado acá. Ahora, no sé cuál es mi propósito.

Karlen escuchó en silencio, procesando las palabras de Raziel. Haline, mientras tanto, sentía una profunda empatía por él, pero también una creciente curiosidad. ¿Qué tipo de secreto podría ser tan poderoso como para hacer caer a un Ángel de su calibre?

— Entonces, — dijo Karlen mientras ajustaba sus lentes —, el hecho de que hayas visto algo prohibido no te convierte en un Ángel caído común. Hay algo más detrás de tu caída, algo que no está claro aún.

Raziel se levantó de la silla, lleno de ansiedad.

— Lo sé. Pero no sé qué hacer ahora. ¿Cómo puedo seguir existiendo en este mundo cuando he sido arrancado de mi lugar natural? No sé cómo ser un humano mortal. Ni siquiera sabía lo que era estar desnudo.

Karlen pensó unos momentos antes de hablar.

— El mundo terrenal tiene una capacidad única para ofrecer segundas oportunidades. Y aunque ya no seas un Ángel, no significa que no puedas tener un propósito aquí. De hecho, quizás es aquí donde descubrirás la verdadera razón de tu caída.

— ¿Y cuál podría ser esa razón? — preguntó Raziel, con la mirada perdida.

Antes de que Karlen pudiera responder, Haline, que había estado observando en silencio, intervino:

— Tal vez este es un nuevo comienzo para ti, Raziel. Quizás has sido enviado aquí para aprender lo que significa ser humano. Y si esa es la lección que el Creador quiere que aprendas… tal vez, al final de todo, puedas volver a casa.

La mirada de Raziel se suavizó ante las palabras de Haline. Por primera vez, sentía una chispa de esperanza, aunque aún le costaba comprender su situación.

— Me encantaría creer eso, pero el Cielo ya no es mi lugar — murmuró Raziel.

Karlen sonrió ante la intervención de su hija. Sabía que Haline tenía un instinto especial para ver las cosas desde una perspectiva diferente.

— Lo primero que debes hacer — dijo Karlen — es tratar de recordar algo de aquel secreto. Esto puede ayudarte a descubrir tu verdadero propósito en este mundo. Pero para hacerlo, necesitarás paciencia, Raziel. Aunque ya no tengas tus alas, sigues siendo un ser único. Yo te ayudaré con todo lo que sé, y Haline también estará a tu lado.

Raziel miró a Karlen y Haline, sintiendo por primera vez en mucho tiempo un tenue calor en su interior. Quizás, en este mundo terrenal, no todo estaba perdido. Quizás, aquí encontraría la redención que tanto necesitaba.

Pero una cosa era cierta: su destino ya no estaba en el cielo. Al menos, no por ahora.

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